Blogia
Mi Novela Sin Nombre y Sin Terminar

Capitulo V: El comienzo de la revolución.

Capitulo V: El comienzo de la revolución. _. Helena, Helena!!! Vamos!!!
_. ¿A dónde vamos?
_. Vamos Helena, hay reunión en la biblioteca.

La vos eufórica de Clara que se iva alejando a medida que la jóven abanzaba corriendo por los extensos pasillos de la universidad, denotaba que algo ocurría. Hacía meses que se estaba forjando un importante movimiento rebelde entre el alumnado, y aunque aún no daba frutos, la busqueda de un lider idóneo era una constante entre los militantes mas activos del centro de estudiantes "Victoria Comunista". El puesto bacante debía ser ocupado por alguien fuerte, perpicaz, valiente, carismático. Alguién en quien el alumnado confiara ciegamente, alguien a quien seguir sin vacilar una milesima de segundo.
Las dos entusiastas jovencitas, llegaron finalmente a la biblioteca con la respiración agitada y el pulso acelerado. En su interior medio centenar de alumnos lo escuchaban atentamente.

_. Hace media hora que esta hablando sin parar- susurró uno de los muchachos cercanos a la puerta principal de la enorme y vieja biblioteca- habla de la revolución y de las guerrillas- continuó- Esteban tiene la certeza de que el pueblo debe tomar las riendas por la situaión, de la manera que sea, pero debe estar al mando. Solo unidos podremos vencer a esta mangas de fachos asesinos.

Las ultimas palabras del muchacho se desvanecieron en el universo psiquico de Helena. Esteban, Esteban, Esteban... esa palabra era la unica que había quedado grabada en la memoria de pez de la muchacha. El nombre de aquel hombre resonaban incisivamente dentro de su cabeza. Lo miraba, lo inspexionaba, lo estudiaba. Observaba sus gestos, su manera de moverse, de hablar. Su precencia era imponente, demasiado. Perdió el hilo del discurso, solo escuchaba, a lo lejos, vagas murmuraciones de una... ¿Revolución?
Revolución, Esteban, Pueblo, Esteban, Unidad, Esteban. Helena estaba fuera de si, la mirada profunda, negra y maravillosamente mistica de aquel hombre que proclama justicia parado sobre un escritorio, la perturbaba notablemente.
Justicia, Esteban. Esa mirada era casi mística, tenía el brillo del que tiene sed de lucha, de vitoria.
Helena se traslado a un sub espacio, a un mundo solo de ella, de él, de los ideales que soñaba, defenderían juntos. Estaba en un moemnto de tranze, hipnotizada por aquel muchacho de cabellos revueltos y zapatillas gastadas.
Rebeldia. Ya no escuchaba el discurso, ya no se sentía parte de esa multitud de estudiantes. Estaba mas allá del bien y de mal, solo existiendo por él.
Sus labios eras finos, dulces, suaves, sin embargo escudriñaban palabras de odio, de bronca, de justicia social. Palabras que serían bañadas en sangre. Palabras decicivas, determinantes.
Esteban entonaba con convicción las diez letras de la Revolución.
Diez letras que salidas de sus labios, se tornaban tiernas, bellas y llenas de esperanzas; o al menos, en los oidos de Helena.

Luego de un discurso de mas de una y hora y media, el nuevo lider de la universidad de Psicología fué obacionado por una multitud de jóvenes que compartían su sentimiento. Y con ese aplauso, Esteban, se consolidó como el líder de un movimiento que torcería la historia infáme de un país gobernado por la tiranía del golpe de Estado.
Al mismo tiempo, Helena lo consolidó como el hombre que cambiaría su propia Historia; aunque él aún, no lo supiera.

_. Argentina esta siendo dominada por un grupo de asesinos impunes, docenas de compañeros, amigos, vecinas, familiares y conocidos desaparecen día a día por luchar por un ideal, por pensar en voz alta, por quebrantar un silencio estúpido impuesto por un régimen militar por demás autoritario. El espiral del miedo es su arma mas fuerte, su herramienta mas confiable, su aliado mas cruel. Si logramos acabar con ese temor que nace desde las entrañas del cuerpo social, entonces llegaremos al corazón de este gobierno fachista y torturador. Es hora de levantar los brazos, de unirnos, de comenzar con la lucha por la libertad, por la vuelta a la democracia. Nuestros derechos han sido ultrajados, nuestras mujeres violadas, nuestros hijos regalados como si fueran una simple mercaderia. Es hora del cambio. Nosotros somos las herramientas para lograrlo.... y como dijo el comandante: HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!! -

La biblioteca pareció desmoronarse en un segundo, los gritos de aquellos jovenes hubiesen podido derrotar a 20 málditos régimenes militares, sin embargo la situación era mucho mas dramática de lo que Esteban decía. Era mucho mas cruel de lo que cualquier mente humana podía imaginar. Lo que para esos tiempos pasaba en Argentina, era realmente inhumano, una canallada que regaria nuestras tierras con sangre y que sería recordada por los siglos de los siglos.
Sin embargo, incréulos a como se irían desencadenando los hechos, la multitud de estudiantes de psicología, en su mayoría ingresantes, ovacionaron a Esteban recargando en sus espaladas la dificil tarea de ser el jefe de la Revolución Estudiantil.

Durante el día, la facultad de psicología de Campo Verde, funcionaba como cualquier institución pública en tiempos de dictadura. Los largos pasillos se matenían silenciosos, y las paredes guardaban el secreto de las reuniones que por la noche, se desarrollaban en la biblioteca principal del lugar. Los alumnos en los tiempos libres entre cátedra y cátedra hablaban de esas trivalidades que suelen protagonizar las charlas de jovenes en el umbral de la adultez, pero que aún les cuesta dejar su cómodos lugares de infantes. Ellos hablaban de fútbol, de música, de mujeres a veces, y de sexo otras tantas. Ellas en cambio hablaban de el mundo de los famosos, de la última adquisición colgada cuidadosmente en su ropero y por supuesto, de Ellos.

_. Muchachas- dijo sonrosada Helena- creo que ultimamente no he sido una buena amiga, ya que corrompí nuestro código.
El grupo de las amistades de Helena, tenía un acuerdo firmado con sangre de sus pulgares, donde juraban que jamás se ocultarian cosas entre ellas. Por ahí a un alma adulta, le pudo parecer un estúpido pacto, incluso ellas mismas se reirian en la posterioridad, sin embargo para jovencitas de 18 años, un trato firmado con sangre de sus pulgares, era similar al mas valioso contrato con escribano y todo.
_. Esteban y yo nos hemos besado el viernes, a la salida de la decimoquinta reunion de "Victoria Comunista"
_. ¡Por Dios Helena! ¿Como fuiste capáz?
Helena permaneció el silencio, tal vez se sentía un poco avergonzada por esto, ya que para ese entonces, se tenía bastante mal visto que un hombre besase en la boca a una jovencita sin antes presentarse en su casa para pedir permiso a su padre.
_.¡Como fuiste capàz de no contarme apenas ocurrió! - concluyó Clara, estallando en una risa que contagió a todo el grupo.
Helena rió con ellas, y luego de estar segura de haber recibido la aceptación del grupo, contó con lujos de detalles, aquel primer beso.

Era Viernes. La decimoquinta reunión del centro de estudiante había culminado, las ideas eran cada vez más claras, Esteban trabajaba mucho para sacar adelante un grupo con principios fuertes anclados en una base netamente comunista; muchas veces se juntaban a leer libros, o Esteban hablaba de la historia de Cuba y de su revolución.
_. Fidel fué y será el principal actor en la historia de Cuba- contaba- El liberó al pueblo del imperialismo yanqui, se resistió al bloqueo establecido en cuba por mas de treinta y cinco años, fue un luchador internacionalista nato. El trabajo que el Jefe comandante Fidel Castro desplegó, no debe ser el vano, debe constituir la base del socialismo en toda América Latina. Pero no queremos un socialismo barato, no queremos meras palabras de justicia social que se las llevará el viento. Basta de dar el pescado a los pobres sin enseñarles a pescar. Nuestra tarea es luchar no solo por la liberación de los pueblos, sino para que una vez libres, poseean las herramientas por no volver a ser subditos de un poder facho y maloliente. Un poder que con su pudredumbre nos terminará apestando a todos. Hay que limpiar a nuestro país de estos hedientos del diablo. Hay que levantar la bandera de victoria, resusitar a nuestros derechos, romper con asquerosos escalafones sociales, tirar abajo la pirámide elitista, aprender a amar a nuestro prójimo, valorizar el derecho al voto y priorizar la educación publica y gratuita, así gente, así no nos volveran a vencer- y las palabras resonaban en la biblioteca como la unica verdad universal, y no porque Esteban no estubiese abierto a críticas y a nuevas ideas, sino porque hablaba con tal convicción, que nunca a nadie se le ocurrió poner en tela de juicio aquellas palabras que con inugualable firmeza salian de su garganta rebelde. La mirada parecía explotarle cuando hablaba de la Revolución, de Fidel, del Che. Tal vez fue Esteban el primer y único comunista nato en todo el país. Tal vez, solo tal vez.

Luego de la reunión, los jóvenes se dispersaron, escabullendose por las distintas alas de la universidad, debian salir en silencio, escondidos, separados, sin llamar la atención. El proceso de la salida del establecimiento, había sido repetido verbalmente por Esteban unas mil veces, ya que era un aspecto fundamental. Si algún facho sospechaba de esas reuniones nocturnas en la universidad de psicología, no solamente sería el final de "Victoria Comunista", sino de muchos de los integrantes de la agrupación rebelde, que tenía el tupé de hablar de una revolución.
Helena, fué una de las ultimas en salir, Esteban siempre esperaba a que todos sus compañeros estén afuera para dejar la biblioteca y apagar la luz.
_. ¿Por qué estás en esto? - susurró Esteban en la otra punta de la biblioteca.
Helena sacó la vista de una de las obras de Marx que estaba leyendo por segunda vez, tal vez por simple palcer, tal vez por intentar entenderla más.
_. Por que creo lo mismo que vos, lo mismo que todos- no entendió muy bien con que intenciones estaba él preguntando esas cosas, pero si lo conocía como creía, sabía que no era una pregunta realizada unicamente para entablar conversación-
_. Muchos pueden finjir no saberlo, pero a pesar de tu ropa vieja, de tus cabellos largos y recotados en forma desprolija, sabemos que vienes una familia de buena posición económica.
_. Como?
_. ¡Por Dios Helena! ¡Ya basta! ... ¿Cual es tu intención? ¿Sos una infiltrada? ¿Sos parte de ellos? ¿Que esperas para entregarnos?
Helena permaneció en silencio, no podía creer lo que estaba escuchando. Y lo que más le dolía es que fuera Esteban quien pensara eso. Ella que había peleado con su padre por entrar a la facultad. Ella eterna defensora de los derechos humanos. Ella que creía fielmente en la legitimidad de la revolución. Ella que odiaba mas que nadie a esa manga de militares asesinos, casatradores de sueños, aniquiladores del futuro. Ella que pronto se convertiría en uno de los pilares de la Revolución Estudiantil.
_. ¿Pero quien te crees que sos vos para juzgarme de esa manera?- Helena se levantó de aquella mesa y cerró de un golpe la obra de Marx. Estaba furiosa, sus ojos largaban chispas de odio, de dolor, de indignación- ¿Te pensás que porque te paras sobre una mesa a gritar sobre la revolución sos el único que cree en ella? ¿Te pensás que porque nací en cuna de oro, no puedo creer en la igualdad social? ¿Ser una Doubau me quita acaso el privilegio de patear traseros militares?
Estas expresiones de Helena, no puedieron mas que divertir enormemente a Esteban y producirle una cínica risita. La actitud de la muchacha lo sorprendió. Él, verdaderamente pensaba que detrás de esos rasgos finos se escondía una niña malcriada, amante de la buena vida, de los vestidos costoso, de los zapatos de tacones. Jamás pensó en las reales convicciones de Helena, siempre la miró como se mira a sapo de otro pozo. La miró como una de ellos, y tal vez fue mirarla así, lo que no lo dejó mirarla realmente.
_. ¿Patear traseros militares?
Primero silencio, ecos de nada, incertidumbre, bronca, indignación, sorpresa, descubrimiento, encuentro. Una mescolanza de sentimientos enfrentados flotaba en el aire. Un minuto, dos, tres. Miradas opuestas. Firmes. Sin pestañar. Ninguno daría el brazo a torcer. Peleaban por poder, por ser dueños de la verdad. Cada uno desde su extremo, sin dar medio paso el falso, sin dejarse llevar por la indudable atracción que incremetaba en cada segundo.
Pronto las risas se hicieron presente dentro de esa enorme biblioteca, nunca mas oportunas, ya que cortaron con una atmósfera que estaba pasando de castaño a castaño oscuro. Ambos habían sido concebido con un carácter fuerte, inquebrantable. El de ella heredado de su madre, el de él, vaya a saber uno. Tal vez el mismo Esteban lo fué forjando a medida que vivía.
Vacilante, lento, casi sensualmente se acercó. Helena no se había movido de su lugar, aún permanecía inmutable, pero cada paso de él, la hacía mas vulnerable. Cuando se encontraron a la escaza distancia de veinte centimetros, Esteban extendió su mano derecha en señal de tregua, y Helena, sonriendo y sintiendose victoriosa, estrechó la de ella.
Juntos en la misma mesa, hablaron mucho. De Fidel, de Perón, de los distintos golpes militares que habían surgido desde entonces. Hablaron de tanto, que no se dieron cuenta que hacía rato habían quedado solos en toda la universidad; hacía rato que ambos jóvenes debían haber salido, sin embargo, la charla era tan grata, que ninguno de los dos se atrevía a terminar con ella.
Nadie puede saber cuantas horas estubieron en la biblioteca, pero al salir, los dos supieron que algo fuerte se estaba forjando entre ellos. Tal vez fuese amor, tal vez complicidad. Quien sabe. Pero el beso de despedida, seguramente sabió mas a un deseo incontrolable, que no mucho tiempo después daría su primer y unico fruto.

La luna, las paredes y los libros empolvados, fueron los únicos testigos. Esteban miro fijo a aquellos ojos azules. Nunca antes se había percatado de su belleza, de su profundidad, de su trasparencia. Retiró aquel pañuelo morado de la cabeza de helena dejando al descubierto aquella extensa cabellera castaña clara. Es verdad, el cabello estaba cortado en forma desprolija, quizás por la misma Helena, quizás otra huella de rebeldía; sin embargo él lo sintió suave al tacto rudo de su mano varonil. Tenía olor dulce, a fresias o a jazmines, o tal vez a alguna colonia compuesta por ambas escencias. Sus manos bajaron por ese rostro blanco y suave, lo sintió bajo su palma pesada, la deseo. Pero esa noche, Esteban se conformó con un simple beso sobres los labios. Un beso dulce, embriagante, narcotizante. Un beso repleto de placeres prohibidos, de sueños futuros, de la unión infalible para la victoria.

0 comentarios